No estoy aún segura de que las fotos
sirvan para sobrellevar...
Alivian unos minutos, luego vuelvo a la realidad.
En píxel y sabiendo que existes.
Sabiendo que convives en el mismo tiempo,
pero en otro espacio en el que no consigo
tomar aire para respirar.
No estremeces con el frío de mis noches,
ni yo puedo acogerte en la soledad de los rutinarios días como mereces.
De nuevo en esta situación..:
En píxel y sabiendo que existes.
Le doy al zoom; La acerco, la alejo,
la vuelvo a acercar... hasta que puedo verte cualquier lunar.
Me introduzco tanto y parece que te puedo tocar...,
pero no,
ese tiempo ya pasó.
Cambio de imagen para no obsesionarme;
Otra vez tu sonrisa.
Me temo que ya es tarde.
Menos de tres segundos y vuelvo a la misma, siempre una distinta..
La observo entusiasmada. Como si fuese la primera vez...
Los ojos me brillan.
Magnífica.
Maravillosa.
Me abstraigo del papel.
La imagen ahora es al nacer.
Sin quererlo ni beberlo,
se me dibuja en la mente
y me introduzco aún más en el inconsciente.
Pelo negro y ojos rasgados.
Una criatura con piel rosada y mejillas coloradas,
que le chilla al mundo para advertir de su presencia
con la mayor fuerza de su pequeño abdomen aún por formar.
Con puños enfurruñados,
buscando unas manos que la calmen y brazos dispuestos a acunar.
En ese pequeño microsegundo lo supe.
Ella no nació para pasar desapercibida en una vida normal.
Ella nació para triunfar.
Ella es princesa singular en cuerpo de mortal,
viviendo los suplicios humanos sin entender de dónde vino
y cual es su función vital.
Es cuestión de tiempo que encuentre su camino,
y la resolución a su destino.
El mío se llama Ella.
Lo supe nada más verla, y lo sé,
sin más.
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